Desde siempre me han encantado los carruseles. Hasta los he coleccionado durante algún tiempo...de esos a los que les das cuerda por abajo y te sientas a escuchar su música viendo como giran los caballos. Sean más o menos bonitos, los carruseles tienen una dimensión distinta, fascinan, y te pierden y te llevan. Tienen magia. Por eso me decidí en su día a hacer el mío propio para un encargo de una persona que a su vez quería regalar algo lleno de magia y único para alguien muy especial para ella.
Por lo poco que me han contado, creo que no hemos estado mal del todo. ;-)
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